La traducción (arf,arf)
Iba yo paseando, haciendo tiempo para mi clase de... para mi clase, cuando ¡Valgame el cielo! Me doy de narices con un culo.
¡Ostras! Un magnífico culo de señora que me miraba desde el interior de unas braguitas blancas que nada tenían que ver con las braguitas blancas de mi abuela, no! ¡Eran unas braguitas monísimas!
Y el culo decía cosas. ¡Se lo juro! Aquel culo de señora (un bonito culo) hablaba.
¿Que no me creéis? ¿Vosotros no habéis leido nunca un tebeo o qué? (bueno, ahora creo que a los tebeos se les llama comics)... os decía que el culo me hablaba.
Como que yo de lejos no veo siete en un burro y el culo estaba un poco más alto de lo que mi vista podía alcanzar, me he puesto las gafas. Aquel culito me decía que para que el mío propio fuera tan bonito como él, yo debía comprarme un anticelulítico – del cual no recuerdo el nombre- y yo, obediente, he corrido a la farmacia más p´roxima a pedirlo.
- Buenas tardes
- Buenas tardes, señora. ¿Qué desea?- me ha dicho un farmacéutico muy amable.
- Quiero un anticelulítico.
- Muy bien, señora. ¿De qué marca?
- Pues no me acuerdo.
- Mal andamos, eh? A ver, si quiere le enseño toda la gama que tenemos...
- No, no, mire, yo quiero aquél que me ha dicho el culo
- Perdone ¿Cómo dice?
- Si, allí, en la parada del autobús
- ¿Perdone? – Aquel chico empezaba a pensar que a su farmacia había entrado una loca
- Que si, hombre! Que me dé el anticelulítico que me ha dicho aquel culo...
- ¿Un culo en la parada del autobús?- el chico me miraba con condescendencia
- Si, mire, venga conmigo y lo verá usted mismo
El chico y yo hemos salido a la calle a buscar la primera parada de autobús que nos cruzáramos...
Después de caminar durante unos treinta segundos, hemos visto una parada. - ¡Allí!- hemos señalado los dos a la vez y ambos, corre que te corre, a ver el culo.
Yo ya me he dado cuenta de que aquello no saldría bien, porque la parada de m culo no era la misma parada donde habíamos ido a parar (y perdonen ustedes la redundancia de paradas)
Y... ¡Oh, por todos los santos! ¿Sabéis qué hemos encontrado?
Pues siete u ocho culos con sus correspondientes pililas (y perdonen mi atrevimiento) dentro de unos bonitos calzoncillos que nada tenían que ver con los de mi abuelo!
Y el farmacéutico y yo hemos podido comprobar que aquellos culos con sus pililas también nos decían cosas.
El farmacéutico y yo nos hemos ido cogidos del brazo. Y luego él ha cerrado la barraca y nos hemos ido a tomar unas cañas, comentando sobre culos y pililas.
¡Ha sido divertido!
¡Ostras! Un magnífico culo de señora que me miraba desde el interior de unas braguitas blancas que nada tenían que ver con las braguitas blancas de mi abuela, no! ¡Eran unas braguitas monísimas!
Y el culo decía cosas. ¡Se lo juro! Aquel culo de señora (un bonito culo) hablaba.
¿Que no me creéis? ¿Vosotros no habéis leido nunca un tebeo o qué? (bueno, ahora creo que a los tebeos se les llama comics)... os decía que el culo me hablaba.
Como que yo de lejos no veo siete en un burro y el culo estaba un poco más alto de lo que mi vista podía alcanzar, me he puesto las gafas. Aquel culito me decía que para que el mío propio fuera tan bonito como él, yo debía comprarme un anticelulítico – del cual no recuerdo el nombre- y yo, obediente, he corrido a la farmacia más p´roxima a pedirlo.
- Buenas tardes
- Buenas tardes, señora. ¿Qué desea?- me ha dicho un farmacéutico muy amable.
- Quiero un anticelulítico.
- Muy bien, señora. ¿De qué marca?
- Pues no me acuerdo.
- Mal andamos, eh? A ver, si quiere le enseño toda la gama que tenemos...
- No, no, mire, yo quiero aquél que me ha dicho el culo
- Perdone ¿Cómo dice?
- Si, allí, en la parada del autobús
- ¿Perdone? – Aquel chico empezaba a pensar que a su farmacia había entrado una loca
- Que si, hombre! Que me dé el anticelulítico que me ha dicho aquel culo...
- ¿Un culo en la parada del autobús?- el chico me miraba con condescendencia
- Si, mire, venga conmigo y lo verá usted mismo
El chico y yo hemos salido a la calle a buscar la primera parada de autobús que nos cruzáramos...
Después de caminar durante unos treinta segundos, hemos visto una parada. - ¡Allí!- hemos señalado los dos a la vez y ambos, corre que te corre, a ver el culo.
Yo ya me he dado cuenta de que aquello no saldría bien, porque la parada de m culo no era la misma parada donde habíamos ido a parar (y perdonen ustedes la redundancia de paradas)
Y... ¡Oh, por todos los santos! ¿Sabéis qué hemos encontrado?
Pues siete u ocho culos con sus correspondientes pililas (y perdonen mi atrevimiento) dentro de unos bonitos calzoncillos que nada tenían que ver con los de mi abuelo!
Y el farmacéutico y yo hemos podido comprobar que aquellos culos con sus pililas también nos decían cosas.
El farmacéutico y yo nos hemos ido cogidos del brazo. Y luego él ha cerrado la barraca y nos hemos ido a tomar unas cañas, comentando sobre culos y pililas.
¡Ha sido divertido!
4 comentaris:
Dios mío!!! Vaya lío de culos...
No me imagino una pilila hablando!!
Un culo hablador??
Lo que yo les he escuchado a algunos culos no es nada cortes y muchas veces hasta huele hediondo.....
Eso si, he visto culos que aunque no hablen... te dicen mil historias
!!Que imaginacion!!
Saludos Arare
Este relato es fantástico!!!
Una historieta guay
Ondia si l he vist! vaya culete .. ja fa dies que hi son a les parades dels bus . uf a mi tambe em fa rodar la imaginacio, pero la meva historia es diferent :-P
en canvi el altre anunci ,el de las pililas ni mhe adonat, de debo
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